No es fácil dar la cara, aceptar de que el tiempo y las cosas no son como queremos. Me llamo Vida y esta es mi historia. Por la calle cuando ando me fijo en los pequeños charcos que han surgido por culpa de la lluvia, en las flores que brotan con los rayos del sol, en el olor del mar sobre las rocas... Recuerdo aquel día como si lo tocara, oliera , viera, saboreara y escuchara, con los cinco sentidos. Estaba sentada en una mesa de clase, el profesor algo gordo ocupaba media pantalla y yo intentaba por todos los medios copiar apuntes de clases, que por cierto, no me enteraba de nada. Nervios, ansias, alegría, miedo... por la noche iría a ver a ese chico que conociera en una aplicación de citas por el móvil, en la foto era muy guapo: moreno, de ojos verdes, fuerte, cuadrado, alto, majo, alegre, bromista y serio dependiendo de la situación, en conclusión: un chico con encanto. Así que mientras Miguel seguía su clase -así se llama mi profesor-, yo seguía chateando con el y mi amiga Lorena, decidir de que temas hablar era complicado. Al fin sonó la alarma de los relojes de los compañeros de clase, el profesor cerro el Power Point y nos saludó a todos. -Hora de darlo todo-pensé. Cogí mi mochila, marca ''Roxy'', negra con topos blancos, guardé mi cazadora, me aliñé la camisa y solté mi pelo... Estaba emocionada... pero el día no iba a salir como pensaba.
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AutorMiriam Otero Pousada. Archivos
Octubre 2016
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O rincón de FaMi