Querido cielo nocturno:
Procura desvestirte poquito a poco, porque si vas rápido me quemaré. Ten cuidado si tu corazón no está limpio, me ensuciaré. Pero si te descalzas a la entrada de mi casa, si besas mi cara al amanecer, abrazas mi cuerpo al atardecer, me haces el amor cuando la luna y el sol se esconden tras la montaña, entra, que te dejaré. Reconozco en ti el valor artístico de mis dedos, las teclas del piano, las huellas dactilares. Juego con fuego, para marcarte, no tatúo con tinta pero sin con sangre. ¿Quieres verme? Te estoy esperando un día más sobre mi cama caliente, desnuda, con la seda tocando mis manos, los pies sobre el suelo frío, y las mantas de un lado a otro tapando todas las motas del color. Da impresión de que es primavera. Es otoño. Corre el reloj, sus manijas están moviéndose, dan las horas y aquí estoy, mis ojos vidriosos solo pueden pensar en ti. Yo sé, que estás pensando en mi silueta, en mi barriga, en mis pechos, en mis labios, en mi pelo corto… que peculiar, gorda pero sensual, única púes, como cada ser humano. Te dejo entrar en mi casa, enfundado entre abrigos lavados, me defiendes con tu presencia y ante los demás me veo fuerte, robusta, soy una gigante. Es que eres tú, da igual la película de terror que ponga, de todas formas siempre estaré aquí, da igual los años que pasen o si tan solo son horas, yo siempre te esperaré. Inigualable la vida. Querido, muy querido amor. Aquí y ahora
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No es fácil dar la cara, aceptar de que el tiempo y las cosas no son como queremos. Me llamo Vida y esta es mi historia. Por la calle cuando ando me fijo en los pequeños charcos que han surgido por culpa de la lluvia, en las flores que brotan con los rayos del sol, en el olor del mar sobre las rocas... Recuerdo aquel día como si lo tocara, oliera , viera, saboreara y escuchara, con los cinco sentidos. Estaba sentada en una mesa de clase, el profesor algo gordo ocupaba media pantalla y yo intentaba por todos los medios copiar apuntes de clases, que por cierto, no me enteraba de nada. Nervios, ansias, alegría, miedo... por la noche iría a ver a ese chico que conociera en una aplicación de citas por el móvil, en la foto era muy guapo: moreno, de ojos verdes, fuerte, cuadrado, alto, majo, alegre, bromista y serio dependiendo de la situación, en conclusión: un chico con encanto. Así que mientras Miguel seguía su clase -así se llama mi profesor-, yo seguía chateando con el y mi amiga Lorena, decidir de que temas hablar era complicado. Al fin sonó la alarma de los relojes de los compañeros de clase, el profesor cerro el Power Point y nos saludó a todos. -Hora de darlo todo-pensé. Cogí mi mochila, marca ''Roxy'', negra con topos blancos, guardé mi cazadora, me aliñé la camisa y solté mi pelo... Estaba emocionada... pero el día no iba a salir como pensaba. |
AutorMiriam Otero Pousada. Archivos
Octubre 2016
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O rincón de FaMi